jueves, 19 de julio de 2012

"No podemos elegir": la incompatibilidad entre economía de mercado y mercado electoral

Cuando se deja de escupir veneno, hay dos frases que se repiten como un mantra al hablar de los recortes: "Estamos así por las malas decisiones que los políticos han tomado durante años" y "No hay elección, nos lo mandan desde Europa".

Ambas afirmaciones se explican por la incompatibilidad existente entre el mercado electoral -democracia parlamentaria, eRecciones y demás cosas nazis- y el buen funcionamiento de una economía de mercado. Hay multitud de factores que influyen, pero lo determinante en esta situación es (1) que una política económica responsable implica la toma de decisiones para garantizar el crecimiento económico a largo plazo y (2) que las decisiones de los políticos españoles están condicionadas por las elecciones -que son su prioridad- por lo que las decisiones de política económica que se toman son a corto plazo. Esto se traduce en una serie de políticas económicas pro-cíclicas  adecuadas para ganar elecciones, pero que son una insensatez económica...las consecuencias las vemos hoy.


(1). Para conseguir crecimiento económico a largo plazo hay que buscar que el crecimiento real de la economía se aproxime lo más posible a su capacidad potencial de producción manteniendo la estabilidad de los precios y unos niveles de empleo satisfactorios. Es decir, hay que mejorar la productividad del país maximizando la eficiencia con que se combinan los factores productivos del mismo (trabajo, capital físico, capital humano, recursos naturales...). Al depender el factor trabajo y los recursos naturales de la población y extensión de cada país, la acumulación de capital ha sido motor histórico del crecimiento económico. Sin embargo, la acumulación de capital presenta rendimientos decrecienes de escala (RDS), lo que significa que dado un determinado nivel de desarrollo tecnológico y un uso constante de los demás factores, llega un momento en el que una mayor acumulación de capital no mejora el crecimiento económico. Esto es lo que se conoce como la "Ley de los Rendimientos Decrecientes" (David Ricardo).

La única forma de superar dicha Ley es el desarrollo tecnológico y la inversión en capital humano. La inversión en I+D+i permite aumentar la productividad del capital a lo largo del tiempo, haciéndolo compatible con un aumento real de los salarios –lo que, de acuerdo con las teorías keynesianas, contribuye al crecimiento económico al aumentar el poder adquisitivo de las familias en cuanto a unidad de consumo– y permite contrarrestar los rendimientos decrecientes del capital.

Sin embargo, en España esto no se ha tenido en cuenta: en lugar de invertir en desarrollo tecnológico, capital humano y diversificación de la economía, se optó por reinvertir el dinero del ladrillo y el turismo en más ladrillo y más turismo...y gastarse el resto en putas y coca.

Pero...¿Por qué? ¿Cómo es posible que los diferentes gobiernos y todos sus asesores no hayan tenido en cuenta estas lecciones básicas de economía?

(2). Las decisiones de los gobiernos están condicionadas por las elecciones que se celebran cada cuatro años: se toman a corto plazo. ¿Cómo, que los políticos no toman decisiones pensando en el bien del conjunto del país? NO, ni lo hacen ahora ni lo han hecho nunca. El funcionamiento de las organizaciones políticas no difiere mucho del de los organismos vivos: se guían por el impulso primario de garantizar su propia supervivencia...de mantener sus cuotas de poder. Robert Michels teorizó esta realidad en su "Ley de Hierro de la Oligarquía", según la cual toda organización se vuelve oligárquica y siempre gobierna una minoría. De acuerdo con esta tesis, aunque alguien se haya metido en política con la intención de ayudar y tomar decisiones en base a la voluntad de las masas, no tardará en volverse conservador al tratar de mantener o incrementar sus cuotas de poder (incluso es posible que se vea obligado a ello por su entorno por los favores que debe o las puñaladas que ha dado).


Nadie debe sorprenderse entonces de que la prioridad de los partidos sean las elecciones, y no el buen funcionamiento del conjunto del país. Este funcionamiento del mercado electoral -guiado por el imperativo de maximizar los rendimientos electorales del partido- lleva a que se utilice la política económica con fines electorales: al suponer -acertadamente en este caso- la estupidez y desconocimiento de la gente, se insiste en políticas pro-cíclicas que en tiempos de bonanza multiplican los beneficios , pero que dejan al país lisiado frente a una crisis, durante la que lo hunden en la miseria.

La conclusión es que el mercado electoral dificulta el buen funcionamiento de la economía de mercado. Esta es la razón por la que cualquier medida adoptada por Europa será menos estupida -que no es lo mismo que "más acertada"- que cualquiera que pueda nacer del parlamento español: las decisiones que se toman a nivel europeo no están condicionadas por procesos electorales.

La relación que establecía Lipset entre desarrollo económico y democracia no se da a la inversa, como demuestran los casos de Japón o Emiratos Árabes Unidos, que con un claro déficit democrático han logrado un desarrollo económico sostenido aceptable a lo largo del tiempo...en parte, gracias a esa misma falta de democracia: Japón es un país democrático sobre el papel, pero el auténtico poder político lo ostentan burócratas que no responden a criterios electorales y que han favorecido el desarrollo de lo que se ha venido a conocer como capitalismo de estado; los EAU (Dubai) son una dictadura y han aprovechado el crecimiento económico impulsado por sus exportaciones petrolíferas para diversificar su economía más allá del petróleo y la exportación de dátiles, convirtiendo a Dubai en el polo industrial y turístico del Golfo Pérsico que les va a permitir seguir creciendo una vez que se hayan acabado sus reservas de gas y petróleo.

Sin embargo, el caso de España es la otra cara de la moneda con respecto a los EAU: en lugar de utilizar el crecimiento económico propiciado por el ladrillo y el turismo para diversificar la economía, crear industria de alta tecnología o invertir en I+D+i, se decidió seguir la vía populista e invertir el dinero en más ladrillo y más turismo, dejándonos como estamos ahora.

Que nadie se confunda. No defiendo que la política tome un cariz autocrático por el bien de la economía, pero si que estoy en contra de los efectos negativos del mercado electoral en los ámbitos de la economía, la política y la justicia, por lo que sería interesante replantear el funcionamiento de ciertas instituciones del Estado. Por ello, en la próxima entrada será sobre la posibilidad de escoger a los gobernantes al azar.





Que la Fuerza os acompañe.

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